A veces adentro y afuera llueve, todo el cielo… es cierto,
Y el corazón y los sentidos terminan empapados,
Y todo se nos inunda de una fragilidad creciente…
Y hay una tremenda necesidad de ese arrullo simple y
sencillo…
A veces adentro y afuera un temporal nos golpea con rudeza
Y una quisiera que ese temporal desatado sea dulcemente
contenido…
Que la tristeza pudiese alivianarse con puro amor y ternura…
Pero el amor nos duele, y la ternura es como un fantasma que
solo ronda los sueños…
A veces afuera y adentro hay un abismo que no tiene fin,
Y sin pensar me arrojo hacia el vacío,
Extrañamente no dimensiono el vértigo de la caída
Y no me importa ese caer sin fin…
A veces afuera y adentro los sentidos se anestesian
Sin uno quererlo de veras
Pero este caer intenso no se puede tolerar sin adormecerse
un poco…
Sin cubrirse de alguna manera para no desvanecerse al descender…
Pero a veces aunque lluevan temporales y abismos,
y las caídas se
vuelvan sinfín,
y los sentidos busquen alguna forma de protegerse…
el corazón aún mantiene su ritmo acelerado,
y nada me quita mis intensidades
y nada me roba ese sentir profundo,
y celebro con gratitud infinita las pasiones desatadas…
porque la vida nos florece y nos duele,
nos regala respiros y nos ahoga,
nos regala sonrisas y llantos,
nos eleva a lo sublime y nos arroja a la deriva,
nos da sentido y sinsentidos, …
Pero a mi, en este rato al menos, todo eso me da un poco lo
mismo…
y reafirmo la profunda convicción de sentir y decir que -a
fin de cuentas-
aunque todo me duela con indescriptible, insostenible y aterradora
profundidad,
aun asi, yo me banco la tristeza y la alegría de vivir y de morir
intensamente!